Esclavas del siglo XXI
Michelle Marinho
Cada año 1,39 millones de personas, en su mayoría mujeres y niñas, son sometidas a la esclavitud sexual. Son comercializadas como un pedazo de carne en el mercado. Valen más cuando son vírgenes porque siempre hay un criminal que encuentra placer en el acto de desflorar una niña, aunque en su cuerpito no haya indicios de que llegó la pubertad.
Esta semana conocí, a través de un artículo del New York Times, la historia de Srey Pov, una camboyana de 19 años, quien ahora lucha por recuperar su identidad después de pasar años explotada sexualmente.
La familia de Srey Pov la vendió a un burdel cuando ella tenía seis años. Por supuesto, a esa edad, Srey Pov no sabía nada sobre sexo, pero trabajando en un burdel no tardó en descubrirlo. Una noche un occidental compró su virginidad. Los funcionarios del prostíbulo, ávidos por el buen dinero que el occidental deseaba pagar para tener una noche con la niña, la ataron a la cama con las piernas abiertas y el hombre abusó de ella por algunas centenas de dólares. Después de esa fatídica noche, decenas de clientes hacían fila para tener relaciones sexuales con la niña. Algunos, exigentes, querían desflorarla nuevamente, entonces los trabajadores del burdel cosían su vagina para que ella volviera a ser vendida como virgen.
Srey Pov intentó huir varias veces del infierno donde vivía. Se rebelaba, chillaba, lloraba, pero sus clamores eran ignorados. El castigo es terrible en los prostíbulos camboyanos para aquellas que se atreven a protestar. Srey Pov cuenta que después de ser descubierta intentando fugarse, ella era encerrada desnuda en la oscuridad dentro de un barril repleto de aguas residuales, lleno de insectos, a veces hasta por una semana.
A los 9 años, ella logró escapar y fue acogida por Somaly Mam, una activista que lucha contra el tráfico de personas en el sureste de Asia. Somaly se solidariza con las historias de miles de niñas porque ella también fue vendida por su familia y obligada a prostituirse.
Hablar de la esclavitud sexual y del tráfico de niñas y mujeres demandaría muchas líneas más que las que puedo escribir en esta columna. La estadística dice que en los próximos 12 meses, entre 1 y 2 millones de jovencitas serán vendidas para el mercado internacional de la prostitución. Parece mentira, pero en este mundo tan moderno y en el que todos se llenan la boca hablando de Derechos Humanos, la organización Free the Slaves considera que viven 27 millones de personas sometidas a condición de esclavitud, casi tantas como los habitantes del Perú.
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