Perú: FUNESTO “MINISTRO” DE SALUD
Ronald Gamarra
Como sabemos, la pandemia cogió al sistema de salud peruano en muy mala situación, resultado de décadas de negligencia. Ante el embate del covid, el cuerpo médico y sanitario se batió como pudo y con lo poco que tuvo, sufriendo graves pérdidas humanas. Todo fue inútil, el sistema de salud colapsó pronto y cayó en un hondo desconcierto, que se profundizó aún más con las maniobras politiqueras de un Congreso irresponsable que impuso al aventurero Merino en plena negociación de las vacunas anticovid, precipitando su fracaso.
Así empezamos el 2021 sin vacunas disponibles en el pico más desesperado de la pandemia, ad portas de la segunda ola que resultó más letal que la primera, y por si fuera poco con un escándalo de vacunación a ocultas de gente con vara que podía lograr el acceso a las escasas dosis “de cortesía” de un estudio de tercera fase. En ese momento, estábamos en nada, situados a la cola de toda América, sin perspectivas. Lo peor es que no nos faltaban los recursos económicos y humanos. Los teníamos. Había dinero en caja para comprar vacunas y personal entrenado en décadas de inmunización masiva.
Entonces fue que, paso a paso, el gobierno de Francisco Sagasti y su ministro de Salud, Óscar Ugarte, respaldados por el equipo ministerial, organizó una robusta reacción ante el caos y en pocos meses no solo disponíamos de vacunas tan difíciles de conseguir en esos momentos (y peor con nuestro retraso en negociar), la mayor parte de ellas de última generación, producidas con la técnica más avanzada del mundo. Paralelamente, la administración transitoria organizó la vacunación masiva, empezando por el personal de primera línea y los más expuestos: los adultos mayores y las personas con comorbilidades.
Al entregar la presidencia en julio, Sagasti había logrado cambiar radicalmente la situación. Ya no estábamos a la cola sino entre los primeros del continente en vacunación y rapidez en el avance del proceso de inmunización. Todo esto se logró en apenas seis meses, enfrentando el feroz sabotaje de la ultraderecha irresponsable, atrincherada en posiciones antivacuna, interesada solamente en boicotear todo por mezquino cálculo político. El gobierno había demostrado que el sector Salud podía hacer las cosas bien, muy bien, en situaciones críticas y remontar un panorama adverso.
Entonces asumió la presidencia Pedro Castillo e hizo al inicio algo que representa tal vez su mayor y único acierto en nueve meses de gobierno: nombrar un ministro como Hernando Cevallos que dio continuidad profesional a los procesos emprendidos por el sector Salud, sobre todo en el de inmunización en marcha, ratificando a los funcionarios y al personal a cargo. Los resultados de esta decisión fueron muy favorables. El proceso de vacunación no solo no se interrumpió (lo que hubiera sido un desastre autoinfligido) sino que alcanzó nuevos y más altos niveles de éxito.
El asalto al Ministerio de Salud
Pero todo se fue a la mierda cuando, a inicios de este año, el engreído señorón Vladimir Cerrón decidió hacer del Ministerio de Salud su chacra personal, como ya lo había hecho con otros ministerios, y Pedro Castillo, de manera sumisa y pusilánime, se lo entregó, sacando de mala manera a Hernando Cevallos. Como todos sabemos, lo primero que se le ocurrió a Cerrón, quien es el que verdaderamente hace y deshace en el gobierno a través de los chupes que impone como ministros en varias carteras, fue invadir el Ministerio de Salud con su gente, sus incondicionales, sus ayayeros, sin importar que carezcan de la menor preparación profesional compatible con los altos cargos para los cuales se les nombra alegremente.
Esta toma por asalto del Ministerio de Salud la simboliza el nombramiento del ministro Hernán Condori, un personaje inefable, vendedor de curaciones milagrosas, embustero, sin la capacidad para dirigir ni un botiquín. Y lo primero que hizo la nueva gestión impuesta por Cerrón con la anuencia de Castillo fue desmantelar la alta dirección del ministerio, su comité científico, sus mejores asesores, los equipos responsables de la dirección del proceso de inmunización, y reemplazarlos por otros tan incapaces como Condori, pero con carnet partidario de Perú Libre.
Censurado el ministro Condori por un Congreso que dudó mil veces antes de hacerlo, demostrando su capacidad de connivencia con el cerronismo y el desmadre del Estado, Cerrón y Castillo nombraron nuevo ministro al viceministro de Condori, Jorge López, precisamente el factótum del desmantelamiento en tiempo récord de la dirección del Ministerio de Salud anterior a la llegada de estos improvisados. Toda una burla en regla, que el Congreso ha preferido vergonzosamente ignorar hasta el momento, especialmente la vociferante ultraderecha.
Desde el 8 de febrero, fecha de la toma del Ministerio de Salud por los pinches de Cerrón, Hernán Condori y Jorge López, en apenas diez semanas, han demolido lo que tanto costó avanzar, ordenar y reconstruir. Precisamente cuando esperábamos que el ministerio asumiera nuevas tareas además de la inmunización, volvemos a fojas cero y desandamos irresponsablemente el camino arduamente hecho. Por pura mezquindad, por satisfacer las ansias de poder de un megalómano como Vladimir Cerrón, que no es un revolucionario como pretende con su fraseología oportunista, sino un cacique, un gamonal, que quiere chupes y repartir puestos y prebendas a sus incondicionales.
Cómo destruir un ministerio en diez semanas
En primer lugar, el proceso de inmunización se ha venido abajo. La asistencia a los vacunatorios ha caído al mínimo justamente cuando se estaba avanzando a buen ritmo en la generalización de la tercera dosis. Esa secuencia ha quedado trunca, cuando ya faltaba tan poco (aunque requería un redoblado esfuerzo) para completarla. Hay, en particular, una cantidad significativa y preocupante de adultos mayores que no ha redondeado su esquema de tres dosis o incluso no tiene ninguna. A Cerrón y Castillo les tiene sin cuidado. Ellos solo piensan en la repartija de puestos y el acceso a los presupuestos de salud para hacer y deshacer como les venga en gana.
La vacunación de los niños de 5 a 12 años ha sido un absoluto fracaso que no tenía por qué ocurrir. Todo estaba previsto para inmunizar a no menos del 80 % de niños antes del inicio de clases, pero precisamente en ese momento Castillo y Cerrón metieron la manaza en el ministerio y desmantelaron sus equipos dirigentes. El resultado es que ahora nos dicen que solo hacia el final del año se llegará a vacunar al 80 % de los niños entre 5 y 12 años. La verdad es que, con la gente tan incompetente que está a cargo, ni siquiera eso es seguro.
Se ha cometido la inadmisible negligencia (aunque no extrañaría que fuese dolosa) de permitir el vencimiento de cientos de miles de dosis de vacuna por no haber sido aplicadas a tiempo, por no programar debidamente su distribución y aplicación, por no convocar a las personas con la estrategia de comunicación adecuada. Perder tantas vacunas y estar en peligro de perder muchas más si no hay reacción a tiempo es un derroche de recursos imperdonable, una irresponsabilidad que merece sanción, pero en el gobierno de Castillo no pasa nada con este escándalo.
La fresa de esta torta fermentada ha sido el reciente inicio de la vacunación, anunciada con bombos y platillos, de la dosis de refuerzo (llamada cuarta dosis) para el personal de primera línea (médicos, enfermeras, bomberos, policías) y los adultos mayores. El proceso abortó porque un enorme número de vacunados, sobre todo médicos, cayeron con fuertes cuadros de reacciones adversas, que triplicaban el índice de estos casos que se presentaron en la administración de las dosis anteriores. Y todo porque los ineptos que dirigen el ministerio dispusieron aplicar el doble de la dosis recomendada. Estos irresponsables ni siquiera revisan las indicaciones del laboratorio que provee la vacuna.
El comunicado con el cual el ministerio respondió a este hecho escandaloso es un monumento al descaro y el cinismo como no tiene igual. Con ello culminan la demolición de la credibilidad que el Ministerio de Salud había ganado merecidamente durante el último año y sabotean a fondo el proceso de vacunación que va quedando definitivamente trunco debido a las burradas del “equipo” impuesto por Cerrón y Castillo. La población tiene derecho a depositar su confianza en las autoridades. Qué confianza puede haber en quienes aplican el doble de la dosis indicada y causan innecesario perjuicio a quienes acuden a vacunarse de buena fe, y ni siquiera se disculpan por el grave estropicio cometido.
Y ahora la gripe porcina
Para colmo, se acaba de detectar un brote alarmante de influenza AH3N2, la denominada gripe porcina, que fue pandemia en el año 2009, aunque entonces apenas llegó al Perú. Ahora está en nuestro país. Empezó en la Escuela Técnica del Ejército, con decenas de contagiados y se informó de un estudiante fallecido. Ahora se informa de más brotes en otros puntos del país. Esto ocurre cuando, sin mayor sustento técnico, se levantan totalmente las restricciones de aforo y se propicia el abandono de la mascarilla. La gripe porcina es peligrosa e incluso letal para las personas de riesgo, pero felizmente más fácil de contener que el covid. ¿Estará la actual gavilla que hace y deshace en el Ministerio de Salud en la posibilidad de contener a tiempo este brote? ¿Podría hacer frente a una nueva ola de covid? Obviamente no.
Indudablemente el gobierno de Castillo y el Congreso se muestran ineptos para sacar al país de las crisis sucesivas que está viviendo: pandemia, inflación, escasez de fertilizantes y alimentos, posible hambruna a corto plazo en el campo. Hay que ir a nuevas elecciones generales. Pero en lo inmediato, es necesario hacer algo para sacar a Cerrón del gobierno, especialmente del Ministerio de Salud. Está en juego la vida y la integridad física de las personas, que se añadirán a las 220 mil víctimas mortales del covid si no hacemos algo a tiempo. Por la salud del Perú, hay que torcerle el brazo a Castillo para, al menos, echar del gobierno a Cerrón, nefasto “ministro” de Salud.
Fuente: HILDEBRANDT EN SUS TRECE N°583, del 29/04/2022 p14