Perú: Traficantes del hambre
Ronald Gamarra
Muy feo huele la administración de Rafael López Aliaga en la Municipalidad de Lima en relación con la administración de los alimentos donados por los comerciantes mayoristas para el consumo de la población más carenciada de nuestra enorme ciudad, organizada en comedores populares y ollas comunes que se multiplicaron enormemente durante la recesión económica causada por la pandemia, lapso en que el número de pobres se elevó a cifras de hace una década sin que la posterior reactivación la haya reducido significativamente.
La distribución de los alimentos se había organizado mediante una red de organizaciones de la sociedad civil que funcionaba con eficiencia y sin motivar quejas mayores. Pero cuando López Aliaga se hizo cargo de la Municipalidad de Lima, una de las primeras cosas que hizo fue desarticular el sistema existente bajo el pretexto de que “se traficaba” con los alimentos. Por supuesto, como es ya conocido en él, no exhibió ninguna prueba de sus acusaciones. Simplemente se limitó a echar barro con ventilador para ensuciar a todo el mundo y salir ganancioso.
López Aliaga decidió que la distribución de los alimentos quedaría directamente a cargo de su administración municipal. Pero, como era de esperar, desde el primer momento se presentaron problemas y no solo aquellos derivados de una medida repentina e impuesta al caballazo para ser aplicada por una burocracia improvisada, que no conocía el problema. Sobre todo, fueron problemas de carácter político, derivados de la voluntad de López Aliaga de politizar el sistema para beneficiarse del clientelismo intercambiando alimentos por sumisión política.
Así fue como desde la municipalidad se empezó a discriminar a quiénes favorecer y a quiénes postergar. Por ejemplo, López Aliaga no recibe a los representantes de la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana, la más importante organización de este ámbito, ni escucha sus reclamos, ni siquiera cuando son de impostergable urgencia sanitaria. El 29 de mayo la Red denunció que “los alimentos que se reciben de la Municipalidad de Lima están en malas condiciones para consumo humano. Alcalde de Lima no escucha reclamos”. Lo denunciaron en sus redes y en los medios. ¿Y Porky? Bien, gracias.
López Aliaga se comprometió públicamente en la campaña electoral a destinar a las ollas comunes el 10% del presupuesto municipal, promesa que no ha cumplido. La señora Fortunata Palomino, dirigente de la Red de Ollas Comunes, declaró: “No sabemos dónde está ese 10% para las ollas comunes que prometió el alcalde, ni cuándo ni cómo se distribuirá. Ya le hemos enviado diversas cartas para conversar, pero no nos atiende”. Este es el trato que el alcalde da a las madres de las ollas comunes en la grave crisis alimentaria que sufre el país.
En los últimos días, el manejo arbitrario y corrupto de las donaciones de alimentos por parte de la administración que encabeza López Aliaga saltó a la luz pública desde los propios pasillos de la municipalidad al darse a conocer, por parte del portal de periodismo de investigación Wayka, que el regidor Julio Gagó, íntimo colaborador de López Aliaga desde la campaña electoral, traficaba con las reuniones del alcalde con comerciantes del Mercado Mayorista de Lima a cambio de más entregas de alimentos, que después él repartió en la Quebrada de Villa María del Triunfo como si fueran donaciones suyas, de Julio Gagó.
Todo esto, debidamente grabado por los comerciantes extorsionados por Gagó, motivó la denuncia contra este por parte de la Procuraduría Pública Municipal. Gagó es un viejo conocido de la política corrupta. Cuando era congresista del fujimorismo, en 2014, se descubrió una maniobra que había armado para obtener jugosos contratos del Estado aprovechándose de su cargo público. En aquella oportunidad fue suspendido como congresista por 120 días, pero el fujimorismo se las arregló para que no fuera desaforado y procesado penalmente.
Ante la explosiva y documentada denuncia contra Gagó por tráfico de influencias en la municipalidad, que involucra personalmente a López Aliaga por el tráfico de sus reuniones y la cercanía personal del alcalde con Gagó, el porkysmo maniobró en reciente sesión del concejo para aparecer como si tomara distancia de los hechos proponiendo que se le suspenda como regidor, mientras al mismo tiempo manipulaba la votación con su mayoría de regidores para que no se alcanzaran los votos suficientes para ello.
De este modo, Julio Gagó sigue limpio de polvo y paja como regidor, a pesar de su conducta escandalosa. Solo se formó una comisión investigadora, presidida por el propio partido de López Aliaga, Reggiardo y… Gagó: Renovación Medieval. La impunidad en marcha.
No obstante, el juego se le escapó de las manos a López Aliaga y a su escudero, el antiguo fujimorista Renzo Reggiardo, hoy teniente alcalde, y no pudieron evitar que el pus empezara a saltar por todas partes. Así, el regidor José Luna Morales, del partido Podemos, denunció en plena sesión, ante la sorpresa y el desagrado de López Aliaga, a la gerente de Desarrollo Social de la Municipalidad, Isabel Ayala, funcionaria de confianza del alcalde, nombrada personalmente por él. Luna Morales blandió grabaciones que probarían el manejo arbitrario y sin control de las donaciones de alimentos por dicha gerente. López Aliaga se negó a tratar el tema en la sesión.
A esta denuncia se sumó el propio Julio Gagó, mortificado por la conveniente distancia que su partido tomó de él (el tipo quería respaldo pleno). También se sumó el regidor Arón Espinoza, del partido Podemos, que anunció que había oficiado a la Contraloría para que efectúe una acción de control sobre la cadena municipal para el manejo de donaciones y evitar que se siga haciendo “papelones”. El uso de la palabra “papelones” sacó de quicio a López Aliaga, que casi pierde el control y le exigió a Espinoza en tono matonesco que retire la palabra. La gente del partido Podemos, del clan del congresista Pepe Luna, procesado por corrupción, no es santa, pero por experiencia saben de qué hablan.
Lo que queda expuesto a plena luz es que la distribución de las donaciones de alimentos para los más pobres de Lima ha caído bajo manejos turbios no bien iniciada la alcaldía de López Aliaga, y que no existe ningún mecanismo independiente de control, lo que favorece la corrupción, el clientelismo, el tráfico de influencias y el dominio de las mafias. El anterior Banco de Alimentos, que sí contaba con supervisión independiente, fue sustituido bajo López Aliaga por la Fundación Lima. Como resume el periodista Martín Hidalgo, la Fundación Lima “en la práctica, es una especie de ONG de la Municipalidad de Lima. Es decir, la municipalidad tiene el control total de la recuperación y entrega de donación de alimentos”. E Hidalgo observa certeramente: “El detalle de la Fundación Lima es que el alcalde nombra al presidente de la junta de administración”. Todos los caminos conducen a la responsabilidad de Porky.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 638 año 14, del 02/06/2023, p18