Perú: El juego del descaro
Ronald Gamarra
La suspendida fiscal Patricia Benavides prepara su contragolpe. Esta vez confía en que sus aliados en el Congreso logren reunir una mayoría suficiente para derribar a la Junta Nacional de Justicia. Ese es el plan A. Pero tiene bajo la manga un plan B, de la mano con el Tribunal Constitucional, para que este organismo, copado por magistrados que se deben a la ultraderecha y el fujimorismo, la blinde declarando fundada una demanda competencial interpuesta por la ex fiscal de la nación para impedir que la JNJ la investigue.
El plan A, con el Congreso, debió imponerse por la fuerza el 15 de diciembre, último día de la legislatura. Ya una semana antes, el almirante de tina Jorge Montoya había anunciado, sin ambages, la intención de violentar toda norma de derecho para conseguir su objetivo: presentar una moción orientada a la inmediata remoción de los miembros de la Junta, por la suspensión temporal en sus funciones de la fiscal de la nación.
No obstante, las facciones congresales tienen sus propios intereses que no necesariamente han de coincidir siempre y en todo momento con los de algún aliado. Eso le ocurrió esta vez a Patricia Benavides, cuando el presidente del Congreso, con el respaldo silencioso de la mayoría congresal, decidió postergar el debate de la moción presentada por Montoya y su grumete Muñante. APP no juzgaba oportuno, por el momento, jugarse tan a fondo por la ex fiscal sindicada como cabecilla de una organización criminal.
La decepción de la facción aliada de Patricia Benavides en el Congreso, casi todos de Renovación Medieval, se expresó amargamente. Montoya escribió: “El presidente del congreso acaba de sucumbir ante un órgano independiente que no es ningún poder del Estado (…) ha permitido que la JNJ se burle del primer poder del estado”. Montoya añadió al día siguiente: “Es una lástima y penoso ver cómo el poder nubla la moral y los principios de las personas. Algunos congresistas ya no son dueños de sus decisiones, sino que obedecen a los pactos bajo la mesa de sus partidos por intereses subalternos ajenos a cualquier verdad y más bien oscuros por sus intenciones”.
El grumete Muñante, por su parte, se lamentó así, en tono concluyente: “Hoy no hay un bloque democrático en el Congreso, hoy existe una minoría patriota y una mayoría funcional a los poderes de turno”. Dos semanas más tarde, el 3 de enero, se quejaba a voz en cuello de que “en un hecho sin precedentes, el presidente del congreso (…) nos pide precisar las causas graves que motivaron nuestra moción N° 9525 (remoción de la JNJ)”. Es que así no más querían derribar a la JNJ, sin fundamentar ni precisar nada, con solo una sesión, como están acostumbrados a actuar.
En las últimas dos semanas, sin embargo, los porkistas se han reacomodado y han reajustado su táctica. El objetivo es obtener cuanto antes la convocatoria a un pleno extraordinario en el cual se imponga la destitución exprés de la JNJ. De ninguna manera quieren esperar hasta la apertura de la legislatura en marzo. En esas están: tratando de obtener 78 firmas para imponer la convocatoria al pleno extraordinario. Hace unos diez días, Montoya y Muñante anunciaron que ya tenían unas 60 firmas y es que ya cuentan con el respaldo del fujimorismo. No obstante, parece que tienen dificultades para reunir las pocas firmas faltantes, pues no han vuelto a abrir la boca. Es probable que no pocos congresistas prefieran seguir disfrutando de la buena vida y esperar a marzo.
Por su parte, el TC acaba de habilitar a un magistrado recientemente nombrado por la mayoría congresal fujiderechista para que pueda votar sobre la demanda competencial presentada por la exfiscal Patricia Benavides contra la JNJ, a pesar de que dicho tribuno no participó en la audiencia previa donde las partes presentaron sus alegatos. Se entiende que se trata de un paso más que dan en la vía de blindar a Patricia Benavides, pero tampoco es tan sencillo. Vistas las cosas objetivamente, es obvio que el TC preferiría que el Congreso le saque las castañas del fuego y se encargue de la operación de destrucción de la JNJ. Ya la operación de liberación de Alberto Fujimori, en violación abierta de las disposiciones del sistema interamericano, los ha desprestigiado mucho como para que quieran comprarse otro escándalo de inmediato.
Patricia Benavides tiene naipes como estos y otros para jugar y lo está haciendo, con el respaldo cerrado de los apristas, en primer lugar, convertidos ya hace mucho en un apéndice eficaz y solícito del fujimorismo. Pero no las tiene todas consigo. Los aliados no son palancas que se pueden mover a voluntad, menos aun cuando has caído en desgracia. Y alias Vane, vaya que ha tocado fondo. Ha perdido toda autoridad funcional, profesional y moral. ¿Con qué cara podría reasumir las riendas del Ministerio Público? Olvidaba que, en los tiempos que corren, el descaro se ha convertido en moneda corriente.
Fuente: Hildebrandt en sus trece, Ed 669 año 14, del 19/01/2024